Fidelio, Suleimán y Arias Navarro

Las comparaciones nunca son del todo correctas, pero al ver la imagen de Suleimán dirigirse hacia los ciudadanos egipcios anunciando la decisión del actual ex-presidente Mubarak de dejar el puesto, no pude evitar recordar la famosa frase que marcó el fin de la dictadura de Franco, pronunciada por Arias Navarro: "Españoles, Franco ha muerto". En ambas situaciones, se daba fin a un régimen dictatorial y se abría paso el camino hacia la esperanza. En ambos momentos, las palabras pesaban en sus conciencias y tituteaban en sus labios, pero los sonidos sólo tenían un destino: la libertad. Evidentemente, es necesario salvar las diferencias de ambos regímenes políticos, pues en Egipto ha sido el pueblo soberano el que ha derrocado al autócrata que se mantenía en el poder. En nuestro caso, el destino de la naturaleza fue el que puso las bases para empezar a recorrer el camino de la libertad. Ese sentimiento aparece expresado fielmente en las últimas escenas del Fidelio de Beethoven. Aún me emociono al recordar cómo el conjunto de voces que formaban el coro de la prisión de este libreto proclamaban su ansiada y anhelada libertad. Y aún más me emociono, al saber que aquéllo que fue fruto de una representación, se ha convertido en una realidad.

                   
EFE, publicado por El País.

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Aunque regímenes como China intenten minimizar la información que llega a sus ciudadanos, este grito de esperanza traspasará todas las fronteras y dará un ejemplo para recordar que siguen siendo los ciudadanos los detentores de la soberanía. En estas palabras no hay que olvidar al que fue el protagonista clave del inicio de estas olas de justicia: Mohamed Buazizi, el joven tunecino que tras acabar de licenciarse volvió a su pueblo en el que se buscaba la vida con un carrito de verduras. El despojo de su sustento de vida por parte de la policía fue el detonante que incitó a este joven a quemarse a lo bonzo. La desesperación suprema del individuo, despojado de las facultades para vivir con dignidad, se convierte en la semilla de una revolución. Mi más sentida admiración a este joven y a todos aquéllos que se unieron y rompieron todas las barreras existentes para convertirse en una sola voz. El "otro" tiene muchas maneras de presentarse ante nuestros ojos, generalmente un universal cultural es tratarlo como lejano o enemigo. Sin embargo, estas fronteras son porosas, las interacciones y experiencias personales rompen esas barreras y el sentir y padecer juntos transforma esta lejanía en una cercanía y en un continuo conocimiento-descubrimiento de ese "otro" que antes era un extraño y ahora es un aliado con quién caminar. Todas esas fronteras, marcadas especialmente en el caso de Túnez y Egipto por la religión, se desdibujan para crear un todo común, una sola voz.

Ahora viene lo más difícil, evitar que el poder vuelva a caer en manos de quién oprime al pueblo. Por ello, ahora más que nunca los ciudadanos deben estar vigilantes y velar por el cumplimiento expreso de sus deseos. La revolución no ha terminado, acaba de empezar. Los intereses geopolíticos de las diferentes potencias intentarán controlar la situación en función de sus intereses, pero el verdadero camino es aquél que guía los deseos de sus ciudadanos y marca el sendero de la libertad. Aún quedan muchas piezas en el tablero por caer, éstos han sido los dos primeros pasos de un camino sin retorno.