EL SÍNDROME NORUEGO

Un hombre al que le da miedo salir a la calle. Una joven que se choca contra un escaparate. Dos hermanos en medio de la nada. Tres momentos. Tres historias. Un elemento en común: el miedo y la soledad. Estas tres situaciones se corresponden con el argumento de tres películas noruegas. La primera de ellas, las indico por el orden en el que las conocí, "Elling" dirigida por Petter Naess en 2001. Un hombre que siempre ha vivido con su madre se tiene que enfrentar a la vida tras el fallecimiento de ésta. Su experiencia en una clínica psiquiátrica le ayudará a superar sus miedos y complejos que le impiden realizar hechos como cruzar la calle.

                                                     

La segunda película, "De Gales Hus", es de 2008, dirigida por Eva Isaksen. Una mujer cae en una profunda depresión y se ve internada en un centro psiquiátrico con pacientes con historias muy diferentes. Su obsesiva inclinación hacia el suicidio es la línea argumental que guía el destino de la protagonista, quién crecerá y madurará al lado de sus  bizarros (en el sentido francés) compañeros así como de sus especiales cuidadores.

                                                      

El tercer largometraje se titula "Eggs", de 1995 dirigida por Bent Hamer. Aunque me ha resultado difícil conocer con exactitud el contenido de dicho film ante la ausencia de subtítulos y guiándome por las expresiones de sus protagonistas, he podido deducir que se basa en la historia de dos hermanos octogenarios que no se han separado nunca salvo en un breve periodo de tiempo de varios días por parte de Pa. En esos dos días, la vida cambió para uno de ellos. El film describe la tranquila vida de estos dos hermanos con sus detalles cotidianos que se verá interrumpida por la llegada de un tercer individuo.

                                                    

Aunque mi experiencia en cine noruego es muy reducida, no pude dejar de extrañarme ante la relativa coincidencia de estas tres películas. El gusto por personajes condenados en cierta manera al ostracismo, llenos de miedos que superar socialmente, aislados en sus propios mundos que encuentran en su camino otros individuos con locuras a compartir. La ingenua visión de la normalidad vigente ante los ojos sorprendidos de sus protagonistas, la espiral de vida solitaria que les rodea, su extrañeza ante el mundo... Todas estas cuestiones me han inducido a preguntarme: ¿Existe el síndrome noruego?